Las vacunas son medicamentos biológicos que refuerzan las defensas naturales de los seres humanos o de los animales, para luchar contra las enfermedades y los futuros agentes patógenos infecciosos.
Históricamente, el desarrollo de vacunas ha supuesto un gran avance en la salud humana y animal mundial. Sin embargo, la reciente pandemia de Covid-19 ha sacado a la luz muchas discusiones, no sólo de carácter médico y técnico, sino sobre todo político y económico. Por lo tanto, ¿cómo se explica el acceso tardío y desproporcionado de la mayoría de los países en desarrollo a las vacunas?
En realidad, la dimensión económica es inherente a la elaboración de una vacuna, pues los costos de su creación son considerables, así como su producción, que requiere un nivel avanzado de tecnología en el ámbito médico. La vacuna contra la polio, por ejemplo, habría tardado más de 20 años en ser inoculable. La pandemia del COVID-19, demostró que una vacuna puede desarrollarse dentro de un lapso de un año, evidenciando las grandes capacidades actuales. Pese a estos avances técnicos, la dimensión política de las vacunas parece limitar la producción y difusión de estas a escala mundial, influyendo en la gobernanza global, de ahí el aporte de un enfoque de Economía Política Internacional. Esto se debe al cuasi-monopolio de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre la tecnología para la producción de vacunas, así como sobre la ubicación y la configuración de la producción. Como indica Smith (2011) “entre las grandes empresas farmacéuticas, sólo Sanofi Pasteur (…) y GlaxoSmithKline producen una amplia variedad de vacunas cuyas licencias se utilizan en todo el mundo”. Esto demuestra la existencia de un monopolio sobre la producción de vacunas por parte de un grupo de empresas, apoyadas en gran medida por ciertos estados, cuya colaboración permite garantizar ciertas ventajas.
Como ejemplo de esta dimensión desigual del acceso a las vacunas, y de muchos de los problemas políticos y económicos asociados a ella, la crisis sanitaria del Covid-19 reveló un componente nacionalista por parte de diversos actores en la elaboración y, en la distribución desigual de las vacunas (Green, 2021). Como señala Hay (1999), las crisis actúan como un indicador de las contradicciones sistémicas. En el caso de la pandemia de 2019, se pusieron de manifiesto las limitaciones del sistema internacional para la política económica de las vacunas, ya que el objetivo principal de garantizar la cobertura mundial de las vacunas surgió y sustituyó a las agendas nacionales, con enormes repercusiones. Antes de la circulación masiva de vacunas, el 75% de la producción de dosis estaba monopolizada por al menos diez países. Además, estos países tomaron la iniciativa de duplicar las dosis necesarias para sus poblaciones, mediante la firma de acuerdos políticos y económicos para la compra prioritaria. Esta concentración ha dado lugar a un conflicto de intereses que ha sido destacado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) debido a la distribución desigual en los países pobres, incluidos los grupos vulnerables (Legge y Kim, 2021).
Dado que la producción y el desarrollo de las vacunas se basan en el modelo capitalista global de división del trabajo, parece que la sofisticación y la complejidad de los recursos tecnológicos necesarios para su desarrollo se han convertido en los vectores de una jerarquía entre países (Iftikhar, 2021). Esto está en consonancia con el concepto de “sistema-mundo”, planteado en por Wallerstein, que estipula que el subdesarrollo de los países del Sur Global se debe a su lugar en la estructura del actual orden económico internacional. El orden económico mundial y su distribución del poder parecen favorecer principalmente a los países de la OCDE, con Estados Unidos en una posición destacada (Dollfus, 1992). Por lo tanto, se puede considerar que las vacunas participan en este acuerdo económico y estructural, permitiendo así el mantenimiento de la forma actual del “sistema-mundo”.
La vacuna contra la poliomielitis también ilustra la complejidad de su producción en términos de economía política internacional. Más de 300 variaciones rodean la producción y distribución de la misma vacuna en su forma final en el mercado mundial, cada una de ellas adaptada específicamente a los mercados económicos a los que se dirige. Este proceso incluye, por tanto, la participación de un gran número de actores internacionales con distintas competencias, que van desde el envasado hasta la fabricación de moléculas (Smith, 2011). Sin embargo, los componentes más importantes de la mayoría de las vacunas, es decir, las moléculas centrales de las que se derivan los beneficios permanecen en manos de un puñado de empresas occidentales gracias a la protección de la propiedad intelectual.
Esto garantiza la exclusividad de las empresas titulares de patentes e influye no sólo en la distribución de los beneficios, sino también en la ubicación de los centros de producción. La complejidad del desarrollo de las vacunas demuestra la persistencia de asimetrías en el sistema internacional, lo que da lugar a una forma de jerarquía de las relaciones entre los países. Dicha elaboración se efectúa en países con altos recursos financieros, debido al alto valor añadido que contienen los productos de las vacunas, pero también por los enormes costes y la capacidad necesaria para desarrollarlos (Smith, 2011). También significa que los países industrializados prestan poca o ninguna atención a las enfermedades mortales que se producen en los países de bajos ingresos y que también requerirían una vacuna (Crager, 2018). Para contrarrestar esta situación, el Sur Global ha participado en la ampliación de conocimientos en materia de gestión y desarrollo de vacunas cuyo desarrollo ha sido descuidado por las empresas de los países de la OCDE. Colombia, por ejemplo, está involucrada a través de sus estudios en la fabricación de una vacuna sintética contra la malaria (Patarroyo, 1993), una enfermedad que es de poco interés para las empresas ya que es prácticamente inexistencia en Europa (ECDC, 2019). El caso del virus H1N1, es otro ejemplo que también ilustra la continua distribución desigual de las vacunas y el desequilibrio entre el Norte y el Sur Global, aunque sus consecuencias han sido menos graves. De hecho, gracias a los contratos de emergencia, los países de la OCDE tuvieron prácticamente todas las dosis disponibles durante la pandemia (Smith, 2011).
En conclusión, tanto en su producción como en su proceso de desarrollo, las vacunas reflejan las profundas desigualdades que separan a los países del Sur de los del Norte. Estas desigualdades son aún más llamativas en los casos de emergencias sanitarias mundiales, sin que se produzcan cambios reales a lo largo del tiempo. Las vacunas desarrolladas durante la pandemia del Covid-19 lo demostraron una vez más, cuando fueron un factor clave en la rápida recuperación de las economías nacionales. Debido a la amplia participación de las empresas privadas en el diseño y la distribución de las vacunas, un enfoque de economía política internacional proporciona una buena ilustración de la interacción entre la economía y la política en el ámbito mundial.
Referencias
Crager, S. E. (2018) ‘Mejorar el acceso mundial a las nuevas vacunas: propiedad intelectual, transferencia de tecnología y vías de reglamentación’, American Journal of Public Health, 108(S6), pp. S421–S429. doi:10.2105/AJPH.2014.302236s.
Green, J. (2021) Vaccine Nationalism Is Raising Alarms: Equality Summit Update., Bloomberg.com. Available at: https://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&db=bth&AN=149332456&site=eds-live (Accessed: 26 April 2022)
Legge, D. G. and Kim, S. (2021) ‘Equitable Access to COVID-19 Vaccines: Cooperation around Research and Production Capacity Is Critical’, Journal for Peace and Nuclear Disarmament, 4(sup1), pp. 73–134. doi:10.1080/25751654.2021.1906591.
Elkin Patarroyo, M. (1993) ‘Vacuna Sintética contra la Malaria’, Medicina, 15(3), pp. 30-30–32.
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Sarukhan, A. (2022) ‘Covid-19: una respuesta marcada por la inequidad.’, Foreign Affairs Latinoamérica, 22(1), pp. 29-29–34.
Barnabe Fournier
Camille Jaunin
Diego Riva
Juan Manuel Nader
Louis Marchand
María Paula Vargas
Sebastián Pinilla
Publié en 2022
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