La basura espacial son todos los objetos producidos por la industria espacial, que, por cese de su uso o colisiones, quedan en órbita alrededor de la Tierra.

Los desechos espaciales  están compuestos de partes provenientes de satélites en desuso, cohetes, o de sus lanzadores. Estos representan múltiples peligros para los satélites  actualmente en órbita, la seguridad de la Estación Espacial Internacional (EEI, en inglés International Space Station [ISS]), el lanzamiento de futuros satélites y el éxito de misiones tripuladas, pero también para las comunicaciones en la tierra, el control meteorológico y el mantenimiento de internet, entre otros. La gestión de estos desechos es crucial para los científicos que utilizan la información de los satélites en órbita para el funcionamiento de los sistemas de comunicación y navegación (Nature, 2021). Además, la gestión de desechos espaciales representa un problema geopolítico debido a que muchos satélites están destinados a uso militar, en particular para el espionaje (Nature, 2021).

Los desechos espaciales aparecieron desde 1957 con el lanzamiento de los primeros satélites, pero no fue hasta 1970 cuando generaron preocupaciones. Los pocos científicos que han estudiado el problema creyeron que la amenaza estaría presente a largo plazo (Saint-Martin, 2016). La destrucción por parte de Rusia de uno de sus satélites en 2021, cuyos escombros pusieron en peligro la EEI, ha vuelto a poner en primer plano la cuestión de la basura espacial. Este concepto de Economía Política Internacional se relaciona con la reciente llegada de actores privados al sector espacial. Varios multimillonarios se están embarcando en la carrera espacial junto con agencias espaciales nacionales e internacionales, como Elon Musk con SpaceX, Jeff Bezos y  Blue Origin o Richard Branson y Virgin Atlantic.

El mercado espacial está sujeto a la competencia entre Estados y empresas privadas, pero también entre Estados con los nuevos países que se lanzan a la carrera espacial. En este contexto, la colaboración de los sectores militares es compleja. Algunos países como los Estados Unidos, China o Rusia e mantienen en secreto algunos de sus satélites militares favoreciendo su posición geoestratética (Nature, 2021). Estas luchas de poder complican el manejo de desechos espaciales. Estos últimos representan el 94% de los objetos en órbita, el 6% restante son los 1.100 satélites actualmente activos (Hall, 2014). Estos desechos generan costos astronómicos relacionados con su monitoreo y el diseño de estrategias para predecir su comportamiento (Daquin, 2016). Una perspectiva de Economía Política Internacional es relevante porque los desechos espaciales son un problema político entre Estados, así como un problema económico vinculado a la libre competencia entre actores privados y públicos activos en la industria espacial.

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El sector espacial no es solo un problema de capacidad técnica sino también de capacidad económica. Se trata de un sector de alto valor añadido en plena expansión. Según la organización financiera Morgan Stanley (2022), el espacio será un sector de potencial crecimiento que podría generar 1,1 billones de dólares en 2040, dado el creciente interés por parte de algunos multimillonarios. Tal entusiasmo genera la monopolización de un bien común “el espacio”, ignorando temas tanto geopolíticos políticos, ambientales y jurídicos. Los debates asociados a la basura espacial se centran  en   un enfoque racional y liberal. La idea de progreso constante ha sido el motor del de la expansión de la carrera espacial. No obstante, cabe destacar el esfuerzo realizado por las empresas privadas en términos de innovación para  reducir los desechos espaciales. Por ejemplo, SpaceX reduce indirectamente este desperdicio al implementar cohetes reutilizables.

Según Strange (2004), el análisis de la economía política internacional necesita apoyarse en cuatro dimensiones: la seguridad, la producción, el financiminto y el conocimiento. Es posible analizar la problemática de la basura espacial desde la perspectiva de la seguridad, teniendo en cuenta  el poder e influencia de las empresas privadas y los Estados (en particular de sus ejércitos y/o de sus agencias espaciales) se derivan de su capacidad para asegurar sus intereses en el espacio. Por otro lado, desde el punto de vista del conocimiento, se puede observar cómo la tecnología desarrollada y empleada por esta industria ha permitido a unos cuantos países como EE.UU, Rusia o China y a ciertas empresas como SpaceX o Blue Origin, de ejercer una gran influencia sobre las instituciones que formulan las agendas de investigación del espacio, manteniendo el liderazgo en la producción intelectual del campo. Por ende, es relevante la consolidación de acuerdos entre Estados y empresas privadas que prioricen el desarrollo de innovaciones en la industria espacial, la reducción del monopolio en la zona orbital de la tierra y la sostenibilidad ambiental del espacio.

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Dadas las tensiones geopolíticas relacionadas con el censo de satélites en órbita, se sugiere en una edición especial de la célebre revista científica Nature (2021) que este trabajo debe ser realizado por el sector público. No obstante, las normas relacionadas con desechos espaciales no son vinculantes. La regulación privada transnacional parece ser una solución para que dichas normas aceptadas de manera conjunta por los sectores público, militar y privado puedan ser implementadas.

La reciente iniciativa de la Organización Internacional de Normalización (ISO), a través de la norma ISO 24113 (ISO, 2022), establece un conjunto de requisitos para el diseño y operación de naves espaciales. Esto resalta el interés de una forma de regulación privada transnacional, ya que pretende limitar los desechos espaciales definiendo un procedimiento para que quienes lanzan satélites se deshagan de ellos desintegrándolos en la atmósfera al final de su vida útil (ISO, 2022). Esta acción fue reconocida por el G7 en una declaración de 2021 (G7, 2021). ISO es una forma de gobernanza privada transnacional que ha probado ser funcional, aunque según Graz y Nökle (2008), estas formas de gobernanza tienen limitaciones que no deben escapar a la gestión de desechos espaciales. Para ser eficientes, las normas propuestas deben ser reconocidas por todos los países y empresas activas en el sector espacial, aún cuando estas últimas no estén en el mismo paradigma económico, base de valores y no promuevan la misma visión del mundo.

Finalmente, el crecimiento de la basura espacial  representa una extensión del alcance humano más allá de los limites planetarios: la extensión geográfica del Antropoceno. El ser humano extiendiende su impacto en entornos que estaban fuera  de su alcance. Por lo tanto, es urgente implementar normas vinculantes, tanto para el Estado como para las empresas privadas, quienes son las protagonistas de este nuevo capitullo de la carrera espacial, con el fin de garantizar la sostenibilidad de la órbita terrestre y el éxito de las futuras misiones tripuladas.

Referencias

Daquin, J., Rosengren, A., Alessi, E.M. et al. (n.d.) La Estructura Dinámica de La Región MEO: Estabilidad a Largo Plazo, Caos y Transporte. Celest Mech Dyn Astr.

Graz, J. C. et Nölke, A. (eds) (2011) Transnational Private Governance and Its Limits. London: Routledge.

G7 (2021) Carbis bay G7 Summit communiqué. In: G7. Available at: https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/06/13/carbis-bay-g7-summit-communique/.

Hall, L. (2014) The History of Space Debris. In: Space Traffic Management Conference, 2014. Available at: https://commons.erau.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1000&context=stm.

ISO (2022) Space: The Debris Frontier. Available at: https://www.iso.org/news/ref4321.html

(accessed 5 May 2022).

Nature (2021) The world must cooperate to avoid a catastrophic space collision. 596(7871): 163–163. DOI: 10.1038/d41586-021-02167-5.

Saint-Martin, A. (2016) Du big sky à l’espace pollué : l’effet boomerang des débris spatiaux. (87). Mouvements: 36–47.

Stanley, M. (2022) Space: Investing in the Final Frontier. Available at: https://www.morganstanley.com/ideas/investing-in-space.

Strange, S. (2004) States and Markets. Continuum. Londres.


Ariana Molina Campoverde

Eduardo Piñeros 

Eunice Tchibozo

Lucienne Faye

Margaux Jay

Nathaly Cárdenas​​

Óscar de Jesús Villarraga Muñoz 

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Publié en 2022

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