El giro decolonial en la Economía Política Internacional sugiere la necesidad de ampliar el canon de pensamiento de la disciplina más allá de las tradiciones filosóficas y los regímenes de verdad desarrollados a partir de la experiencia occidental. Este pone en duda el hecho de que la investigación académica desarrolla ideas universales y abstractas.

El giro decolonial valora el diálogo crítico entre diversos proyectos epistémicos, éticos y políticos (Mignolo & Escobar, 2013). Desde ese punto de partida, este plantea la idea de un pluriverso, que admite la co-existencia entre diversos proyectos epistémicos sin que alguno de ellos sea silenciado por la imposición de un esquema hegemónico. Asimismo, el giro decolonial propone la redefinición política y geográfica de la Economía Política Internacional (EPI). Esta perspectiva implica una interconexión entre la teoría y la práctica, al tiempo que postula la consideración desde el punto de vista de los críticos del Sur. En resumen, la visión descolonial aplicada a la EPI muestra que esta disciplina refleja experiencias particulares – no universales – y ha sido imbuida de legados coloniales.

Es importante reconocer que existen matices que diferencian al enfoque decolonial y poscolonial. Grosfoguel (2007) afirma que el pensamiento poscolonial consiste en una crítica al eurocentrismo elaborada desde una mirada eurocéntrica. Por ejemplo, autores occidentales como Foucault y Derrida suelen ser centrales para el pensamiento postcolonial, lo cual mantiene la herencia epistémica occidental dentro del pensamiento crítico. En cambio, el giro decolonial resalta el uso de nuevos cuerpos teóricos con el fin de descentralizar el pensamiento crítico más allá de occidente. No obstante, ambas perspectivas no son antagonistas y más bien pueden tomarse como complementarias. Mientras el giro decolonial sirve como una crítica al eurocentrismo desde fuera del canon, el poscolonialismo lo hace desde el interior del canon occidental.  

Entre los autores más destacados del giro decolonial se encuentran Mignolo (2011), Grosfoguel (2007) y Quijano (1999). Sobre todo, Mignolo (2011) y Grosfoguel (2007) coinciden en que es necesario tener en cuenta el locus, es decir, el lugar en la estructura de poder desde el cual se produce conocimiento. Por tanto, se busca resaltar que todos los conocimientos siempre están situados y que la tradición académica occidental tiende a desconocerlo, lo cual tiene repercusiones en términos de generar conocimiento incorpóreo y deslocalizado. Por ejemplo, con el inicio de la era capitalista, la disciplina de la EPI ha tendido a desligarse de la cultura, pues se asume la primacía de lo económico. Frente a ello, el giro decolonial defiende una mayor interrelación entre los dos ámbitos y cuestiona el economicismo de la disciplina.

Anibal Quijano (1999) es uno de los referentes teóricos más importantes del giro decolonial porque su concepto colonialidad del poder muestra que la construcción de estructuras de dominación se basa en la redefinición del ser, del conocimiento y de la producción. El orden económico, por lo tanto, no debe ser analizado excluyendo la constitución de subjetividades. En ese sentido, Quijano (1999) realiza una crítica al materialismo histórico porque representa una visión unidimensional y teleológica de la historia del capitalismo y la colonialidad.  A diferencia de lo que proponen los enfoques marxistas, Quijano postula que el pensamiento crítico decolonial tiene un papel clave en la superación de la subordinación frente a occidente. Por ejemplo, algo que el marxismo obvió fue la importancia de la raza en la construcción de imperios y colonias. En realidad, la tensión entre blancos explotadores y los explotados no blancos fue una de las ideas matrices del orden económico capitalista.

Estas ideas muestran las complejas interacciones que fueron necesarias para construir la idea del “norte” y el “sur”. De esta manera, el marco conceptual del giro decolonial intenta ampliar y desafiar las concepciones hegemónicas de capitalismo y colonialidad que persisten en la EPI. Ahora bien, para matizar el aporte del giro decolonial, podemos tener en cuenta lo que argumenta Grosfoguel (2007), en el sentido de que el giro descolonial no debe entenderse únicamente como una crítica esencialista antieuropea. Más bien, la crítica descolonial subalterna insiste en la crítica del eurocentrismo basada en el conocimiento subalterno o silencioso.

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Para ilustrar la contribución del giro decolonial a la EPI, se puede pensar en la lectura que se hace convencionalmente de la llegada del capitalismo global incipiente simultaneamente con el proceso colonial. La lectura dominante de este fenómeno pasa por alto el hecho de que con la colonización europea lo que llegó a América no fue únicamente un sistema económico de capital o de producción. Ese fue un elemento crucial, pero no fue el único elemento, porque lo que pasolas Américas de manera más amplia fue una estructura de poder que la perspectiva económica reduccionista no termina por explicar satisfactoriamente (Grosfoguel, 2007). Una perspectiva decolonial podría tener en cuenta que lo que paso fue algo más complejo, una nueva manera de experimentar el mundo basada en la reconstrucción de formas de ser y no sólo en la imposición de paradigmas económicos. Estas son las jerarquías del cristianismo, del patriarcado, del hombre blanco, del ejército y de Europa. Por tanto, que el giro decolonial aporta una mirada más holística y crítica al interior de la EPI, porque permite llevar a cabo un análisis que toma en cuenta elementos culturales y sociológicos que se encuentran en constante interacción con la dimensión económica al momento de aprehender ciertos procesos históricos. Los vínculos entre el giro decolonial y la EPI son incluso más claros al evaluar un caso histórico concreto, que es la evaluación académica contemporánea de África en la globalización. Algunos autores, como los que se reúnen a escribir de manera colaborativa el texto “África y la cooperación Sur desde el Sur” (Kabunda, 2011), sostienen que la manera en que la teoría económica neoclásica justificaba y recomendaba la implementación de políticas de apertura comercial y desregulación de la economía en los países africanos replicaba lógicas de subordinación. El punto de inflexión descolonial muestra así que el discurso económico que considera la globalización como un objetivo deseable oculta sus muy heterogéneas consecuencias en todo el mundo. Además, es necesario tener en cuenta con mayor profundidad la difusión de las recetas occidentales de desarrollo para los países africanos, es decir, la integración de África en la economía mundial no implica necesariamente que los agentes del Sur puedan participar en la adopción de decisiones a nivel mundial. Un enfoque decolonial permite poner de relieve el hecho de que la “aplicación” acrítica de categorías económicas a la realidad internacional puede reforzar relaciones de subordinación. Además, es crucial a la luz de este enfoque reconocer la importancia de los fenómenos históricos: de este modo podrá verse que las clasificaciones étnicas, los procesos de estratificación y la creación de clases, pertenecen al periodo colonial pero persisten en la actualidad.

Referencias

Grosfoguel, R. (2007). The epistemic decolonial turn. Cultural studies, 21(2–3), 211–223.

Kabunda, M. (2011). África y la cooperación con el Sur desde el Sur. Madrid: Casa África. 

Mignolo, W. (2011). The Darker Side of Western Modernity: Global Futures, Decolonial Options. Durham: Duke University Press.

Mignolo, W. D., & Escobar, A. (2013). Globalization and the decolonial option. London: Routledge. Quijano, A. (1999). Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América Latina. Dispositio, 24(51), 137–148.


Maria Camila Ballesteros

Hugo Da Silva.

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Publié en 2021

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