El desarrollo humano es la oportunidad que se ofrece a cada individuo de llevar una vida larga y saludable basada en el acceso a los recursos necesarios. Los teóricos de este concepto consideran que es un enfoque que tiene en cuenta el progreso y el bienestar humano basado en las oportunidades de los individuos y no en la acumulación de riquezas.

Este concepto es apoyado por el premio Nobel Amartya Sen, quien concibe el desarrollo como un medio para alcanzar la felicidad. El concepto se complica aún más por varios elementos cualitativos relacionados con la erradicación del hambre, la malnutrición, las enfermedades, la falta de medios para tratarlas y la falta de libertad política y económica (Sen, 1999).

El desarrollo humano entró por primera vez en el debate internacional con la crisis económica del decenio de 1980 en África y América Latina. El debate en torno a la desigualdad de ingresos y la distribución de la riqueza se convirtió en un foco central de las políticas de desarrollo tras el cuestionamiento de las políticas ortodoxas de ajuste económico establecidas en respuesta a la crisis de la deuda (Griffin, 2001). Así las cosas, la visión tradicional del desarrollo, basada en la recuperación económica y modelada según el modelo occidental, fue puesta en duda como práctica dominante (Rey, 2002). El paradigma del desarrollo humano critica el utilitarismo del Producto Interno Bruto como el principal indicador del nivel de desarrollo. El enfoque de Sen destaca la calidad de vida, las necesidades personales y la autorrealización como indicadores centrales del desarrollo (Tapia, 1995).

Desde esta perspectiva, y con el objetivo de medir la dimensión del desarrollo humano, Meghnad Desai y Amartya Sen desarrollaron el Índice de Desarrollo Humano (IDH). El IDH se compone de cuatro elementos: la esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetización adulta, la tasa de matriculación combinada en educación primaria, secundaria y terciaria, y la renta real medida en términos de paridad de poder adquisitivo.

El índice IDH proporciona valores entre 0 y 1, donde 0 es la clasificación más baja y 1 la más alta. En este marco, el PNUD clasifica a los países en tres grupos principales (Pampillón, 2009): los países con desarrollo humano muy alto con un IDH superior a 0,80, los países con desarrollo humano alto con un IDH entre 0,50 y 0,80, y los países con desarrollo humano bajo con un IDH inferior a 0,50.

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Para adaptarlo a diferentes contextos, el cálculo del IDH se complementa con otros índices, a saber: el Índice de Desarrollo Humano Ajustado por la Desigualdad (IHD-I), que adapta el IDH en función de la desigualdad en la distribución de dimensiones dentro de la población; el Índice de Desigualdad de Género (IDG), que refleja la desventaja de las mujeres en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y mercado laboral; y el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que identifica múltiples carencias individuales en la educación, la salud y los niveles de vida (PNUD, 2018). De esta manera, el concepto de desarrollo humano ha puesto de relieve la necesidad de abordar mejor las nociones de pobreza (Griffin, 2001).

Desde la perspectiva de la Economía Política Internacional, este concepto forma parte de los enfoques innovadores y divergentes sobre desarrollo, que están surgiendo en el debate constructivista y crítico, en el que los elementos sociales se consideran el resultado de unos procesos dinámicos de construcción de las situaciones y de la misma realidad social (Nemiña, 2017). La construcción del IDH se basa en elementos sociales que amplían el análisis “costo-beneficio” de la economía clásica.

En este sentido, la noción de desarrollo humano puede ser relevante en la construcción de la agenda política de los Estados, ya que constituye uno de sus principales intereses económicos. También puede ser relevante en los debates de política internacional, en particular en los discursos sobre las desigualdades en el acceso a los servicios, tecnología y exposición a las crisis económicas, e incluso en temas referidos al medio ambiente como el cambio climático; cuestiones que hasta ahora habían sido excluidos de la agenda internacional (Deciancio, 2018).

De esta forma, los Estados en vía de desarrollo pueden presentar sus avances en materia desarrollo humano y utilizarlos para mejorar sus relaciones políticas y económicas, sin depender del PIB per cápita. Zimbabwe, por ejemplo, ha mejorado casi cuatro veces el aumento promedio mundial del IDH en los últimos años (PNUD, 2018). Esto permite identificarlo como un país en mejor situación con un enfoque más inclusivo.

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Por su parte, el IDH ha ganado influencia a la hora de tomar decisiones, y ha logrado mantener su dinamismo y relevancia ante las nuevas necesidades de medir el bienestar humano, en particular mediante el desarrollo de formas innovadoras de recopilación de datos (CEPAL, 2017).  De hecho, la tendencia de medir con indicadores la calidad humana ha evolucionado en consonancia con programas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales constituyen normas para orientar los esfuerzos de política internacional de los Estados para lograr el denominado desarrollo integral.

Referencias

CEPAL. (2017). Reunión de Expertos : Mediciones del Desarrollo Humano en América Latina y el Caribe: Presente y Futuro. Chile. www.cepal.org/sites/default/files/events/files/2017-07-gex-medicion-dh-nota-conceptual.pdf

Deciancio, M. (2018). La Economía Política Internacional en el campo de las Relaciones Internacionales argentinas. Desafíos, 30(2), 15-28.

Griffin, K. (2001). Desarrollo humano: origen, evolución e impacto. Ensayos sobre el Desarrollo Humano. Icaria Barcelona, 25- 40. www.ciberoamericana.com/documentos/introcoopdes/Desarrollo%20Humano.%20Origen,%20Evoluci%23U00f3n,%20Impacto.pdf

Nemiña, P. (2017). Aportes de la Economía Política internacional a la comprensión teórica de la relación entre el FMI y los países en desarrollo. Civitas – Revista de Ciências Sociais, 17(1), 11-25.

PNUD. (2018). Índices e indicadores de desarrollo humano: actualización estadística 2018.www.hdr.undp.org/sites/default/files/2018_human_development_statistical_update_es.pdf

PNUD. (2019). Informe Nacional de Desarrollo Humano Guatemala. http://desarrollohumano.org.gt/desarrollo-humano/otros-indices

Rey, G. (2002). Cultura y Desarrollo Humano: Unas relaciones que se trasladan. Revista Pensar Iberoamérica OEI. Número 0. http://red.pucp.edu.pe/ridei/files/2011/08/36.pdf

Reyes, R. (2009). Diccionario crítico de ciencias sociales Terminología científico social. Madrid : Plaza y valdes.

Sen, A. (2000). Development as Freedom. New York: Anchor.

Tapia, Granados, J. A. (1995). Algunas ideas críticas sobre el índice de desarrollo humano. Bol Oficina Sanit Panam, 119(1). http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/15568/v119n1p74.pdf?sequence=1


Cloé Baladier

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